Mañana es lunes. Y debería afrontarlo de otra manera. Mañana eres tú. Y debería afrontarte de otra manera.
¿La casa por el tejado? Tener que aguantar aquí, en esta ciudad, con este tiempo, con esas farolas ahí en la calle, calladas, silenciosas, expectantes, si que es empezar la casa por el tejado. Y no hablar y escuchar tu voz y morderme las ganas de morderte las ganas de morderme.
Me siento amargado (que es habitual) estando aquí cuando tú estás ahí y en medio está el desierto de árboles y carreteras y pueblos con sus alcaldes y pianos desafinados sonando a las nueve de la noche. Mis frases son largas. Si, lo sé. No hace falta que me lo critiques. Yo mismo me doy cuenta.
Pero si he vuelto es para no callarme un ápice y escribir sin que te enteres de que lo estoy haciendo.
Y si un día tengo que vomitar, manchando el teclado de tropezones costrosos de los restos de la comida de mediodía, ten muy claro que lo voy a hacer. Al fin y al cabo no pierdo nada.
Me duele la cabeza.
Me duele la espalda.
Me dueles tú que hoy sales de cena y no puedo acompañarte, poniendo pucheritos y conociendo el mundo en que mundeas.
Punto pelota.